jueves, 15 de noviembre de 2012

La fuente magna



Uno de los hallazgos arqueológicos más controversiales de toda América es la Fuente Magna, llamada también Vaso Fuente, un gran vaso de piedra, parecido a un recipiente para efectuar libaciones, bautizos o ceremonias purificadoras.
El vaso fue descubierto en Bolivia en 1960 por un campesino en un terreno privado que se dice que perteneció a la familia Manjon, situado en Chúa, a unos 80 kilómetros de La Paz, en las cercanías del lago Titicaca.
La fuente magna
La fuente magna


En la parte externa, el vaso contiene algunos bajorrelieves zoomorfos (de origen tihuanacoide), mientras que en el interior, además de una figura zoomorfa o antropomorfa (según la interpretación), hay incisos dos tipos de escritura diferentes, un alfabeto antiguo, proto-sumerio, y el quellca, idioma de la antigua cultura Pukara, civilización precursora de Tiwanaku.
Vista interna de la escritura.
Hasta fines del siglo XX, nadie sabía en realidad de dónde provenía la Fuente Magna y nadie podía imaginar la extraordinaria y fascinante historia que encierra.
En el 2000, dos investigadores de La Paz, el argentino Bernardo Biados y el boliviano Freddy Arce, viajaron a Chúa, lugar situado al norte del lago Titicaca, y pidieron información a los nativos de lengua aymara sobre el hallazgo de la Fuente Magna en 1960.
Bernardo Biados y Freddy Arce fotografiaron y estudiaron a fondo el célebre vaso, llegando a la conclusión de que era utilizado en la antigüedad para ceremonias religiosas purificadoras. Los dos investigadores enviaron fotos de las inscripciones al epigrafista estadounidense Clyde Ahmed Winters, quien descifró los enigmáticos grabados proto-sumerios que se encontraban al interior de la Fuente Magna.
También el Dr. Alberto Mancini, la descifró usando los mismos criterios utilizados para descifrar la escritura sumeria. Según los especialistas que han estudiado la vasija, esta fue probablemente hecha por Sumerios que se asentaron en Bolivia alrededor del año 2,500 a.C.
A continuación, la traducción del recuadro central donde están los caracteres cuneiformes:
Acérquense en el futuro a una persona dotada de gran protección en el nombre de la gran Nía. Este oráculo sirve a las personas que quieren alcanzar la pureza y reforzar su carácter. La Divina Nía difundirá pureza, serenidad, carácter. Usa este talismán (la Fuente Magna), para hacer germinar en ti sabiduría y serenidad.
Utilizando el santuario adecuado, el santo ungüento, el sabio jura emprender el justo camino para alcanzar la pureza y el carácter. Oh sacerdote, encuentra la luz única para todos los que desean una vida noble.
En el museo de La paz Bolivia.
Según los textos antiguos, Ni-ash (Nammu o Nía) era la diosa que dio a luz al Cielo y a la Tierra, en los tiempos de los Sumerios. El bajorrelieve que hay en la parte interior del vaso, que puede evocar una rana (símbolo de fertilidad), según algunos investigadores es justamente la representación de Nía, la diosa de los Sumerios.
Vista del interior.
Los otros símbolos que se encuentran a los lados del bajorrelieve y en la parte adyacente a las incisiones proto-sumerias, fueron interpretados como quellca, idioma escrito de la civilización Pukara, pero no han sido descifrados.
Representación de Nia (Diosa Sumeria).
En la parte externa del vaso hay algunos bajorrelieves zoomorfos que recuerdan a la cultura de Tiwanaku: pez y serpiente. Es muy probable que la Fuente Magna haya sido utilizada como vaso sagrado para ceremonias esotéricas que evocaban el culto de la fertilidad y la búsqueda de la pureza.
Aquí surge la siguiente pregunta: ¿cómo es posible que haya inscripciones proto-Sumerias en un vaso encontrado cerca al Titicaca, a unos 3800 metros de altura sobre el nivel del mar, distante decenas de miles de kilómetros del lugar de expansión de la civilización Sumeria?
 Es probable que Sumerios  se hayan asentado en Bolivia hace mas de 2500 años antes de cristo y haciendo conexiones eso explicaría en parte la presencia de hombres barbados en las leyendas Incas y en toda América en general, pero cuidadosamente ignorados por la arqueología oficial.

Archer 012

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